No se equivoquen eligiendo el sistema de transporte masivo de su ciudad


Latinoamérica tiene actualmente 625 millones de habitantes. De ellos, el 79 por ciento vive en ciudades. Y será el 85 por ciento para el año 2040. Las urbes de esta región están creciendo a un ritmo vertiginoso, lo cual causa la aparición de diversos problemas sociales, económicos, ambientales y de movilidad.

Y justamente quiero enfocarme en este último tema, el de la movilidad. Ciudades de todos los tamaños están analizando cuál podrá ser el sistema de transporte masivo más apropiado para solucionar sus problemas actuales y prepararse para el crecimiento futuro.

La experiencia me ha demostrado que un buen número de gobernantes locales hace esta elección sin detenerse mucho en los componentes técnicos. Ellos se basan más bien en viajes que hacen a otras ciudades donde ven una tecnología que les gusta, refuerzan su percepción, piensan que es lo que debe hacerse y así regresan a su ciudad a promover ese sistema como la solución.

Lo delicado de este enfoque es que, sin darse cuenta, ellos olvidan validar si verdaderamente es necesario hacer esa inversión o dejan de estudiar si hay otros sistemas más eficientes en la relación costo-beneficio.

Es por ello que quisiera sugerir a los mandatarios locales unos elementos que, en mi opinión, son imprescindibles a la hora de escoger el sistema de transporte masivo más idóneo para una ciudad.

Tenga claro el número de personas a transportar: El secreto de escoger la tecnología adecuada de transporte pasa por determinar con exactitud qué cantidad de personas va a utilizar el sistema. Por ello es imperativo hacer los estudios iniciales de origen destino, saber cómo se mueven esos ciudadanos.

Mire con claridad el futuro: Es ya una costumbre que la construcción de los sistemas de transporte masivo en Latinoamérica tomen mucho tiempo. Ello obliga a tener claro el crecimiento de la ciudad en los siguientes 40, 50 años, porque así se evitará que cuando termine la construcción del sistema escogido, este no se quede de entrada corto u obsoleto en relación con el número de personas que va a movilizar. Hoy existen muchísimas herramientas para predecir el crecimiento exponencial de las ciudades.

El costo no es lo más importante: No escoja la tecnología por barata o fácil de implementar. Es cierto que el costo tiene un gran peso a la hora de la decisión final, pero no olvide que a veces lo barato sale caro. Bogotá es un ejemplo clásico de cómo la tecnología escogida tuvo como criterio el ser lo más fácil y lo más barato. Y hoy en día se ha demostrado que la inversión en el sistema BRT ha sido mayor a si se hubiera instalado un sistema metro. En este momento Bogotá está transportando en Transmilenio 45 mil personas hora sentido, mientras un sistema metro empieza con 60 mil personas hora sentido. Así que no piense solo con el bolsillo.

No olvide las condiciones geográficas: Son básicas a la hora de definir el sistema. Y a veces es un tema tan simple que se pasa por alto. En Medellín, por ejemplo, se escogió un tranvía y debió ser de ruedas neumáticas para poder subir las pendientes del trazado. De otro lado, si se tiene un centro histórico o una gran riqueza patrimonial, también hay que considerarlo. En Europa, por ejemplo, todas las ciudades que tienen lugares históricos han escogido mayormente el sistema de tranvía, porque es una forma de recorrer esos sitios e incluso de recuperar su vitalidad.

Fortalezca la intermodalidad: El sistema masivo debe ser la columna vertebral, pero se deben promover todas las posibilidades para el ciudadano: caminar, montar en bicicleta, bus o el masivo. A veces, incluso, puede ser más útil construir andenes y aceras amplias para caminar y usted amigo gobernante no lo ha notado.

Sea flexible: En las ciudades se generan unas discusiones que pasan en muchos casos por el elemento cultural. Hoy en la misma Bogotá hay una polémica sobre si el metro debe ser subterráneo o elevado. En particular no veo necesidad de que sea subterráneo, con todos los terrenos, aguas, inestabilidad que hay, si fácilmente se puede hacer en un viaducto y a menor costo. Y lo del impacto visual resulta también un asunto relativo. Uno conoce el centro de Medellín gracias a que el metro es elevado. Si fuera subterráneo difícilmente lo vería y disfrutaría. Y me da pie este comentario para una anécdota que vivimos en Bangkok luego de poner en operación el Skytrain: cuando invitaron al rey de Tailandia a montar en el metro por primera vez, se dio cuenta que los techos de las casas eran muy feos y hacían poco agradable el recorrido, así que implementó un programa social para organizar los techos y las casas de las personas más pobres, lo que mejoró el aspecto de la ciudad y la calidad de vida de esta población. Así que ser flexible también tiene sus ventajas.

Espero que sean útiles estas sugerencias y reflexiones. Y la pregunta ahora es: ¿Están preparándose para este cambio vertiginoso en sus ciudades?

Hasta pronto y gracias por su lectura

René Albisser Villegas – CEO Sytecsa